sábado, 6 de agosto de 2016

VALORES TRASTOCADOS o Ironía dolorosa si las hay. De Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

VALORES TRASTOCADOS o Ironía dolorosa si las hay. De Patricia Hart

Es inaudita la pretensión del pueblo a que se atiendan sus reclamos, (que osa nombrar  atrevidamente como sus derechos adquiridos), cuando desestima e ignora por completo cuestiones elementales, como la correcta distribución de la vajilla, cubiertos, mantelería y cristalería  en una mesa bien puesta.



Teatro y Neurociencias
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HORIZONTE de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / Fotografía Yessabeth Facelli

HORIZONTE de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / Fotografía: Yessabeth Facelli
 
HORIZONTE de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / Fotografía: Yessabeth Facelli
Está allí.
En el punto de fuga.
Inasible.
Por más amarras concéntricas que lo definan.
Está allí.
Para significar nuestra marcha.

Fotografía: Yessabeth Facelli / Atlántida / Uruguay
Teatro y Neurociencias / Patricia Hart

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miércoles, 27 de julio de 2016

“AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES” Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES”   Cuento breve de Patricia Hart

Apuró el paso. Los senderos del Arroyo Maldonado, generosos en anchura y arboleda refrescaban el mediodía.
Sorteó un pequeño mojón de cemento, que los antiguos arquitectos diseñadores habían dejado adrede como señal de otras épocas.
Los vecinos lo destinaban para infinidad de funciones, las cuales eran impredecibles y dependían de muy variados factores. Guardaba un estrecho significado con las pircas de las culturas precolombinas.
Claro, recordó, todo se dio vuelta. Había leído que por el 2020, tres siglos antes, todo se había revertido. La ciudad dejó de expandirse con sus tuberías, sus hierros, sus asfaltos y sus edificios “tapatodo”, porque en el centro, en el mismísimo centro de Buenos Aires comenzó a surgir el agua, a borbotones, imparable, libre, serpenteante.
"AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Era tal el caudal y su fuerza que no existió ningún sistema que pudiera contenerla y dicen que alguien pronunció esta frase, -  ¿por qué no la dejan que vaya a donde quiera?
Quizá el agotamiento que todos padecían  al haber concentrando sus energías en hacerle “la contra al agua”, les permitió escuchar la propuesta que se destacó nítida sobre el frenesí obsesivo y en algún lugar de sus cerebros les resonó como posible.
Y dejaron de luchar contra ella. Y esperaron. Algunos esperaron desesperanzados, angustiados por lo que perdían, y murieron así, angustiados. Otros esperaron esperanzados por lo nuevo y contagiaron sus ilusiones a sus descendientes y murieron así, ilusionados. Otros se dedicaron a observar los cambios y fue grande su alegría cuando vieron brotes y luego arbustos y luego árboles, y pasto que casi se hacía pradera, y frutos y pájaros, y peces y mandarinos, higueras y flores, y alegrías del hogar y santa ritas. Y los niños ayudaron a construir los botes y las canoas que iban desde la Avda. San Martín hasta la desembocadura en el Río de la Plata, que era plateado, plateado de verdad. Y los tamaños de las  embarcaciones guardaban una armonía perfecta con las dimensiones del entorno. Y pudieron recuperar todos los sonidos y todos los aromas.
Y mientras pensaba todo esto, aminoró su marcha, así, naturalmente. Y saludó a uno, sonrió a otro, rozó con su mano la de otra, abrazó a ese, besó a aquel, y comentó a  varios sus pensamientos y comenzaron a convocarse, así naturalmente y llegaron los niños con sus “juegoslibros” y las gentes con sus cestos y sus mates y los músicos y los poetas y los científicos y los historiadores, e intercambiaron panes y ensaladas y viandas de todo tipo y poemas y aquel cantó y algunos bailaron y todos aplaudieron.
Y hablaron de las nervaduras de las hojas y de la Grecia antigua, y de Leonardo y de Einstein y de la Plaza de Mayo. Y todos preguntaban muchas cuestiones y hacían silencio y escuchaban y pensaban y sentían y después aventuraban respuestas de acuerdo a sus saberes. Y era una fiesta aprender en ese octubre, cerca del mojón de antaño, ese que esta ahí, a orillas del Maldonado.

Teatro y Neurociencias.
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Fotografía: Patricia Hart

lunes, 20 de junio de 2016

"EL MÁSTIL LIBERADOR" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“EL MÁSTIL LIBERADOR”  Relato breve de Patricia Hart
 
"El mástil liberador" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
La Madre Directora, de la escuela religiosa, había encerrado en el patio, a todas las alumnas de quinto año, en pleno mediodía de diciembre, época de exámenes.
La exactitud del motivo por el cual tomara esa determinación, se pierde y desdibuja, pero sí guarda  estrecha relación con las acostumbradas prácticas de abuso de autoridad a las que las sometía sistemáticamente.
La escuela estaba vacía y silenciosa. La Madre Directora y las otras monjas se habían retirado al sector de los claustros.
El patio, enrejado y con las puertas de acceso cerradas con cuatro candados, no eran lo que se dice un pasaje a la libertad.
Las adolescentes, conversaban, reían o guardaban silencio, distribuidas en grupos, bajo un sol vibrante, por lo que se despojaron de algunas prendas de sus uniformes, algunas para aliviar el calor, otras, para broncearse.
Así, un grupo quedó recostado, contra una de las paredes por lo que veían con claridad en la pared de enfrente, al mástil, cuya bandera flameaba a la altura del segundo piso, pegadita al aula de ellas, con las ventanas abiertas.
Vaya uno a saber si las condiciones  del grupo, que se caracterizaba por tener un alto nivel intelectual, una envidiable preparación física, una osadía a toda prueba y una imaginación poderosa o si sencillamente las movió el impulso vital de lograr su propia liberación, el asunto es que treparon por el mástil, una por una, llegaron a su aula, recogieron sus mochilas y silenciosamente, bajaron por las escaleras y salieron por la puerta principal.

Teatro y Neurociencias

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sábado, 18 de junio de 2016

"HACER EL AMOR" de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

 “HACER EL AMOR” de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
 
"Hacer el amor" de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Existen algunos paisajes del mundo que habitamos y también del universo,  que nos provocan “extrañeza”.
Probablemente porque nos devuelven ese inasible concepto de presente absoluto, que tan difícil le resultan a nuestros restringidos y limitados sentidos, comprenderlo.
Esa “extrañeza” consiste en una aguda percepción del instante, donde somos parte del hecho. Esa inmensidad nos incorpora y al mismo tiempo remarca nuestra insignificancia, nuestro existir como partícula en un todo. Increíblemente alojamos en esa experiencia, la simultaneidad del éxtasis  y la angustia.
También, en esa categoría de existencia dual simultánea, se pueden mencionar algunos modos de vincularse de los seres humanos y el que lleva la primacía es cuando dos personas  “hacen el amor”, donde el paso del tiempo se desdibuja y el espacio no transcurre. Conviven  el éxtasis y la angustia de su ausencia, en el instante.
Y todo esto, tanto sea en la contemplación de un paisaje, como en el hecho de “hacer el amor” mucho tiene que ver con los postulados de la física cuántica, que propone el ser partícula y onda al mismo tiempo.
Esa “extrañeza”, ese “eclipsamiento dual simultáneo” es la revelación del universo que somos y se nos hacen chicos nuestros límites para abarcarlo.
Quizás convenga pensarnos como contingencias en y del universo.
Una  particular, caprichosa y aleatoria configuración.

Colonia Del Sacramento / Uruguay
Fotografía y Textos. Patricia Hart
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jueves, 16 de junio de 2016

"TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO" Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO”
Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
La realidad vista desde la perspectiva de la articulación CienciaArte

"TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO" Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / La realidad vista desde la perspectiva de la articulación ArteCiencia


¡Y claro! Si en el título ya sugiero un ring de boxeo, inevitablemente, quien lo lee, aunque no sea conciente le aparece en el cerebro una contienda, un enfrentamiento, una lucha entre rivales,  una competencia donde gana el mejor, el más hábil, el más fuerte, el más resistente, el más creativo, el más astuto, el más inteligente, el más talentoso, el más entrenado, el más plástico, en fin, “el más”.
Todo esto ya está inscripto en nuestros cerebros. Sólo bastó un título para que se disparara el chip de todos los mecanismos cerebrales y de la memoria cultural que responde al paradigma que nos fue dado casi genéticamente, (casi),  y que privilegia como valor por antonomasia del ser humano, el ganar la batalla, el salir victorioso, el vencedor, el que tiene poder sobre el otro porque es más.
Tiene sentido en una competencia deportiva, que gracias a dios (o a quien quieran) permite y posibilita hacer “catarsis” de esa condición, tanto en los deportistas, como en quienes los observan (para el cerebro es lo mismo)
Pero el “cuadrilátero” que propongo está en nuestras cabezas. Este cerebro peleador y “cocorito”  (los que tienen años “de más”, disfrutarán  este término) que llevamos adentro de la caja craneal, se las trae.
--¡En esta esquina el campeón de las emociones y los sentimientos!
--¡Y en esta esquina, el campeón del razonamiento abstracto y la reflexión!
Caramba, amigos, parece que el enfrentamiento en nuestro cerebro, en esta noche de boxeo “internacionalinternonocturno”, promete un espectáculo imperdible. Menos mal que lo tenemos adentro nuestro, porque lo podemos visualizar cuando queramos y sin que nadie se entere de su contenido. Bueno no es tan así de que nadie se entera, digo, ya que  si alguien nos está observando, ya sea por el lenguaje corporal o del rostro o el tipo de  mirada que manifestemos, puede considerarlas como  pautas para deducir en qué andamos. Pero eso no es motivo de este artículo.
El cerebro no puede mantener por mucho tiempo estas contiendas de campeones, con la intensidad que exige su desarrollo.  Por alguna razón los rounds son de tan pocos minutos. El desgaste es inconmensurable.
Algunos temas que captura nuestro “acorazonadocerebro” se acomodan perfectamente en la categoría de competencia espectacular de altísimo rendimiento super extracotidiano. Entonce viene la pregunta. ¿Cuánto tiempo un ser humano puede mantener ese estado de exigencia extrema con sus contendientes cerebrales? ¿Acaso, es posible que los managers y los popes y empresarios del boxeo, armen y exijan a los boxeadores, que jueguen por ejemplo, 40 rounds seguidos? ¿Es posible?  Supongamos que si. Supongamos que es posible. Entonces el espectáculo cambia su razón de ser, su móvil, su sentido y  se transforma de catarsis deportiva a placer perverso de los observadores que se complacen al ver el proceso de desintegración de los dos participantes / de deterioro / aniquilamiento / extinción / muerte / hasta que ambos tiren la toalla en el cuadrilátero / mientras se retiran embolsando los dineros apostados, a sabiendas que otros dos están esperando para reemplazarlos.
¿De qué estamos hablando? ¿Cuál sería la concepción y el objetivo profundo que persigue quien planifica tan drástico espectáculo?  Y volviendo al cuadrilátero del cerebro, ¿también colapsan nuestros campeones? ¿Tal vez sea una metáfora?
Tengo para mí, las asociaciones y posibles respuestas que se me han ocurrido. Pero no las transcribo porque no superararán nunca las vuestras. Me asumo limitada y confieso el temor que me produce aventurar restringidas opciones.

Ah, me olvidaba decirles que me encanta ver  box, cuando los deportistas lo transforman en una “luchaarte” / cuando hacen un despliegue de exactitud de observación en millonésimas de segundo / y en millonésimas de segundo reaccionan en ataque o en defensa / cuando el árbitro cuida a los jugadores / cuando los entrenadores los estimulan o apaciguan / cuando ellos disfrutan con pasión sus cualidades / cuando se abrazan al final / cuando se reconocen / cuando comparten y construyen entre los dos y el público el acontecimiento deportivo / cuando son aplaudidos por los espectadores y entonces, felices y satisfechos de haber dado lo mejor que cada uno podía, se retiran del cuadrilátero para descansar y entrenarse con pasión para un próximo encuentro. Y otro encuentro y otro encuentro y otro más, por siempre.


Abrazos para todos. Patricia Hart

















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martes, 14 de junio de 2016

"NO ERA LA PRIMERA VEZ" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“NO ERA LA PRIMERA VEZ
Cuento breve de Patricia Hart
"NO ERA LA PRIMERA VEZ" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

No era la primera vez.
Tampoco la última.
La expansión territorial, la expropiación, el avasallamiento, el exterminio, constituía la esencia de la ingeniería de la dominación. Desde antes. Desde siempre.
Expertos en gestión.
Llegaron silentes,  sin caballos, sin armaduras, sin carabinas, ni siquiera un casco o un sable o un alfiler. Sólo necesitaron simular sonrisas efectivas, tan ensayadas durante siglos, tan seductoramente calculadas, que fueron creídas, como otras veces, o vendidas, como tantas otras.
Entonces, esta vez, llegaron por el sur más sur.
La cuña ya existía, entraron por allí.

Teatro y Neurociencias

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miércoles, 1 de junio de 2016

"UN MUNDO FELIZ, (¿CUÁL?)" Mini cuento de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“UN MUNDO FELIZ, (¿CUÁL?)”
Mini cuento de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
"UN MUNDO FELIZ, (¿CUÁL?)" Mini cuento de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

El dijo: - Voy de “Shopping”
El otro, inmediatamente, recordó la novela “Un mundo feliz”, de Huxley. Y también pensó en los hamsters enjaulados, moviendo la rueda infinita del sin sentido. No le respondió. No pudo. No quiso.
Le dio la espalda y se alejó, percibiendo complacido las aristas del empedrado palermitano / el olor de los fríos de antaño y la bruma inexistente.

Fotografía: Patricia Hart
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martes, 31 de mayo de 2016

"TIEMPOS TRASTOCADOS" Cuento brevísimo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias


 “TIEMPOS TRASTOCADOS”
Cuento brevísimo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
 
"TIEMPOS TRASTOCADOS" Cuento brevísimo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
Desde la mañana, el día intentó infructuosamente de estabilizar su estado.
No había manera de lograrlo
Normalmente,  cuando vislumbra que el viento norte le afectará su flanco desprotegido, convoca a los alisios con anticipación para que contrarresten sus efectos y así puede gozar de un transcurrir sin sobresaltos.
Pero desde la mañana irrumpieron minúsculos tifones enanos que fueron multiplicándose hasta hacer casi imposible mantener el curso de los minutos y las horas de manera habitual.
Con tanto giro y contra giro vertiginoso, el día se desorientó.

Y llegó la noche, pegada a otra noche y mil noches más.

Fotografía: Patricia Hart
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lunes, 30 de mayo de 2016

"TUBOS DE ENSAYO" Artículo sobre Teatro y Neurociencias de Patricia Hart

“TUBOS DE ENSAYO”  Artículo sobre Teatro y Neurociencias de Patricia Hart
 
"TUBOS DE ENSAYO" Artículo sobre Teatro y Neurociencias de Patricia Hart

El proceso de ensayo de una obra de teatro es muy similar al proceso de investigación que se da en un laboratorio científico.

Los “tubos de ensayo” son los personajes y allí las sustancias que se mezclan son las emociones, los comportamientos, conductas y actitudes de los seres humanos.

En un ensayo, se investigan las proporciones, las variables de la temperatura, la luzy el tiempo de exposición de los elementos, entre otras cosas.
A veces los elementos, precipitan o se potencian o se desvanecen o cambian de estado.

Igual que en un laboratorio, cuando los investigadores están exaltados para demostrar una hipótesis, o cambian las condiciones de los elementos para descubrir o verificar sus posibles y variadas manifestaciones, en un ensayo de teatro se despliegan infinidad de opciones. Y es en ese despliegue que se arriba a un estado, también de exaltación. Y utilizo la palabra exaltar en su acepción: “elevar a una persona a una posición de gran dignidad”

En el proceso de investigación en un laboratorio, muchos experimentos son desestimados, igual, exactamente igual ocurre en los ensayos. En los dos ejemplos se invierte tiempo, para que de la variedad de opciones desarrolladas, se encuentre la que refuerza el enunciado de la hipótesis o la que abre otros panoramas hasta ese entonces desconocidos.

Los actores, cuando estamos en situación de proceso de ensayo de una obra de teatro, no nos manejamos con sustancias tangibles, concretas, visibles, somos investigadores especializados en los comportamientos y conductas humanas, las emociones son la esencia.
 
"Tubos de ensayo" Artículo sobre Teatro y Neurociencias de Patricia Hart

Para los actores, cada ensayo se le revela como una situación de aprendizaje profundo de la vida. La velocidad que adquiere en todas sus funciones  el cerebro del actor  en ensayo, es digno de mención. Las redes neuronales de todo su cerebro se fortalecen. A sabiendas y a voluntad pasa todos los estímulos de su cerebro emocional al reflexivo.
El cerebro del actor tiene el entrenamiento suficiente para disminuir notablemente los tiempos habituales de cualquier ser humano en estos procesos.
Siente con intensidad y se mueve emocionalmente,  simultáneo a la decodificación racional y encamina y concentra en el “tubo de ensayo personaje” todas sus capacidades.
Un actor, al finaliza el día de ensayo siente una alegría inconmensurable, por los hallazgos y por los temas pendientes a descubrir. El ensayo no es una situación de escuela académica, pero sí puede ser una situación de aprendizaje de nuestros comportamientos (si uno quiere)
Los actores, directores y maestros tenemos una responsabilidad muy grande en estos tiempos. Transmitir  a todo el espectro social los modos, los sistemas y recursos con los que contamos y la actitud mental de disponibilidad a la investigación para lograr el conocimiento y mejorar los modos de vincularnos entre todos.
Para los Actores, un ensayo es, “lo más”. Terminamos agotados y felices. Así debiera ser concebida cualquier actividad humana. Cuando esto ocurre entonces la concepción de la palabra “trabajo” desde el paradigma obsoleto que nos fue dado, deja de tener consistencia. De eso se trata el hombre nuevo. El hombre del sigloXXI.


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Teatro y Neurociencias / Patricia Hart

lunes, 23 de mayo de 2016

"ATAQUE DE OMNIPOTENCIA" Cuento breve de Patricia Hart /Teatro y Neurociencias

ATAQUE DE OMNIPOTENCIA
Cuento breve de  Patricia Hart
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Teatro y Neurociencias
 
"ATAQUE DE OMNIPOTENCIA" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Hasta ese día los instantes previos a conciliar el sueño le deparaban una complacencia inconmensurable.
Generalmente no se acostaba para dormir. Lo hacía para extasiarse en el proceso de  transformación de las imágenes que se le presentaban. Intentaba prolongar hasta el infinito ese estado hipnagógico. Que después se durmiera, bueno, eso era otra cosa. Diríamos, una consecuencia. Y lo cierto es que dormía plácidamente.
Diariamente la cuestión se sucedía de la siguiente manera: una vez que cerraba los ojos aparecía una imagen, generalmente un rostro que se perfilaba lentamente y como en una película ocupaba todo el cuadro. De pronto algún detalle cobraba preponderancia y pasaba a un primer plano. Cuando estaba por darle nombre ¡zas! comenzaba a desvanecerse,  trasmutaba en mejilla o ceja o labios o frente o lo que sea. El placer y la belleza residían en el devenir de las formas, en la mudanza de los estados, en la sucesión azarosa de figuras.
Pero ese día, o mejor dicho esa noche, la imagen de un personaje de larga cabellera y bigotes, de pie sobre una pequeña plataforma suspendida en el aire apareció con la clara intención de quedarse. De su torso achatado como un acordeón le colgaban unas manos enormes. Con una de ellas señaló a una multitud inexistente,  levantó la cabeza y habló con voz cansada, intercalando suspiros:
--- “A veces pienso que sólo existo para determinar qué forma de existencia tiene lo que no soy yo. Éste existe muerto, éste existe recién nacido. Nada existió antes de mí porque con nada se podía cotejar. Yo le doy a cada uno la identidad única entre millones, la posibilidad de ser cosas, seres o personas. ¡Miren el cielo! Está, porque yo lo veo para ustedes. He creado las rutas de esta ciudad para que puedan transitarlas hacia mí, y encontrarme, deseosos de ser cada uno a través mío. Descansen, que yo pienso por ustedes. Duerman, yo custodio vuestro sueño. Yo soy Dios.”
           

A partir de ese día, o mejor dicho de esa noche sufre de insomnio.

domingo, 22 de mayo de 2016

"RANCUL Y SU TRENZA" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

RANCUL Y SU TRENZA
Cuento breve de Patricia Hart
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Teatro y Neurociencias
 
"Rancul y su trenza" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Rancul, lucía una trenza renegrida y lustrosa que le llegaba hasta detrás de las rodillas. Le dedicaba particulares cuidados. Sobre todo durante la invernada, cuando las temperaturas eran de veinte grados bajo cero. No había quien aguante. Todo lo que no estaba resguardado y protegido se congelaba y se partía con facilidad. Era hijo del cacique.
            Siendo chico, a todos los miembros de la tribu les había llamado la atención la velocidad con que le crecía el pelo. La madre primero y las demás mujeres después se encargaron de trenzárselo durante su infancia. A todas ellas les producía una mezcla de envidia y admiración, ya que lucir una trenza de esas características era una cualidad femenina, muy atractiva para el sexo opuesto.
Cada tres días, rigurosamente, tenía lugar este rito. Quien sabe si fue la madre quien lo cargó de connotaciones mágicas. Lo cierto es que la repetición, transformó en creencia el hecho de que no debía alterarse el ciclo, a riesgo de que se produjera alguna desgracia.
            Igual que los jóvenes de su edad desarrolló todas las condiciones de un guerrero. Tal vez si se los comparaba, él superaba a los demás en estos asuntos, ya que la resistencia, la habilidad y la fortaleza, condiciones imprescindibles para los varones de la tribu, eran las características que lo destacaban.
           
Particularmente en ese tiempo, las luchas tribales por lograr la hegemonía de la región  les demandaban todos sus esfuerzos. También, algunas parcialidades étnicas, aliadas a los colonizadores, les significaban peligros que debían enfrentar.
            No importa dónde estuviesen, pero cada tres días, él deshacía su trenza, lavaba y cepillaba su pelo, lo cubría de aceites protectores y volvía a trenzarla.
Si estaba en la aldea, eran las mujeres quienes lo asistían gustosas. Pero si se encontraba en una partida con otros guerreros, la cosa se complicaba.
            Solía suceder que durante la noche que seguía a algún  enfrentamiento con vecinos hostiles, ellos armaban sus tiendas cerca del campo de batalla. Allí se curaban las heridas, se alimentaban, aseguraban la tropilla y reparaban sus armas. Pero cuando Rancul soltaba su trenza, el día indicado y no otro, todos los guerreros inevitablemente interrumpían sus actividades. La imagen del pelo suelto sobre la espalda desnuda los desubicaba. La escena los remitía a íntimas situaciones con sus compañeras. El deseo los hostigaba. Los guerreros más bravos eran los primeros en acercarse a Rancul. Lo rodeaban como un séquito  y se ofrecían para ayudarlo en su tarea, adoptando actitudes agresivas entre ellos y mal disimulando sus instintos. Sin embargo, las manos que horas antes habían clavado lanzas en los cuerpos de sus enemigos, ahora se afanaban con delicadeza para no quebrar ni un pelo de la provocativa cabellera.
            Rancul no podía evitar la repetición de actitudes femeninas, de tanto tiempo que había compartido con el grupo de mujeres dedicadas a su trenza. Estos gestos y mohines no se manifestaban durante el transcurso de las luchas. Igual que los otros, su desenvolvimiento estaba a la altura de la situación. Como si fueran dos personas en una, alternaba con toda naturalidad su comportamiento. Durante el combate era un hombre. Durante su arreglo era una mujer.

            Una noche, después de una ardorosa batalla con una tribu enemiga,  los jóvenes guerreros, entre los que se encontraba Rancul,  festejaron la victoria en la aldea de los vencidos. Tomaron posesión sobre el territorio, degollaron a todos los miembros de la tribu y les comieron el hígado a los bravos principales para apropiarse de sus fuerzas. Encontraron vasijas llenas de chicha recién elaborada y la bebieron. Se hartaron de carne de llama, de quínoa tostada y maíz.
Uno de los guerreros mas destacados comentó a los otros el hecho de no haber dejado con vida a alguna de las mujeres para completar el rito vencedor.  Un tenso silencio partió la algarabía.  Todos pensaron en Rancul.  Todos miraron a Rancul, que permanecía sentado, a una distancia relativamente corta, relativamente larga.
A sabiendas de que no era el tiempo, le pidieron que soltara su trenza y lo rodearon, guiados más que por la ebriedad y la excitación del triunfo, por la necesidad postergada, hartos de ocultar sus deseos en tantas noches confusas.
Los primeros llegaron tambaleándose y manotearon torpemente el extremo de la trenza, desarmándola.
Rancul se incorporó violentamente en clara actitud de pelea. Los enfrentó creyendo que estaban poseídos por el espíritu de sus enemigos que buscaban venganza y lo elegían para sacrificarlo.
Los otros malentendieron esta acción. La consideraron como la afirmación de la entrega y avanzaron trastornados hacia él, peleando entre ellos para transformarse en el  primero que lo poseyera.  

Cayeron uno por uno, lanceados por Rancul.
Con los estertores del último guerrero coincidió el amanecer de un nuevo día. Era ese y no el anterior el asignado para el arreglo de su trenza. Ciertamente la predicción de desgracia ante la ruptura del rito había tenido lugar.
Con el pelo revuelto y el cuerpo ensangrentado subió a su cabalgadura y emprendió el regreso.

Las mujeres de la tribu lo vieron llegar, solo, seguido por la tropilla sin jinetes. Todas supusieron que sus hombres habían sido derrotados y que no volverían a verlos, lo cual era cierto.
Durante horas esperaron en vano que Rancul les relatase lo sucedido mientras algunas le aplicaban ungüentos sobre las heridas, otras lo reconfortaban con cánticos y  otras le trenzaban el pelo.
Esperaron días hasta que se curaron las heridas de Rancul.
Continuaron esperando en la sucesión de heladas y el florecimiento de las acacias
Y cuando nuevos hombres habitaron la tribu, dejaron de esperar.


Para ese entonces Rancul era una de ellas y mantenía el silencio.

jueves, 19 de mayo de 2016

"LA VENGANZA DEL TINTERO" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurciencias

LA VENGANZA DEL TINTERO
Cuento breve de Patricia Hart
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"La venganza del tintero" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
Ahora, que ha dejado de succionarme con la pluma y que lo puedo ver con toda nitidez sentado en su sillón y la cabeza caída sobre el papel recién escrito, me he propuesto hablar. Y cuando digo hablar me refiero a eso, al don de la palabra hablada. No escrita ni pensada, (pido perdón por la rima involuntaria pero estoy furioso) porque eso hace rato que lo hago. El estaba convencido de que los pensamientos salían de su cabeza. Se vanagloriaba de sus éxitos. Los jurados le entregaban los premios sin saber que era a mí a quien debían premiar. ¡Tanto trabajo! Si al menos me hubiera agradecido.
Al principio yo no tenía conciencia. De tanto succionarme, de tanto sacar y sacar, me fueron quedando vacíos que combinados con la sustancia de la que estoy hecho fueron deformando mis perfiles. Lo que me irritaba sobre manera era cuando me revolvía y deshacía mis contornos. O cuando dejaba tiradas partes de mí en cualquier lugar por descuido o por desinterés. Sabía que no regresarían nunca, que no volverían a pertenecerme. ¡Peor todavía! Sabía que los demás se iban a encargar de hacerme desaparecer cuando me viesen.
Al año de estar con él pensé el argumento, “La saga de los merodeadores”  Fue durante un verano muy caluroso, antes de la revolución del cincuenta y cinco. Debo aclarar que yo sufro mucho el calor, no se, siento que me seco, no resisto el sol. La cuestión es que a pesar de las temperaturas las ideas me surgían ordenadas, atractivas, inquietantes. Y él absorbía mis pensamientos y escribía. Fue un éxito. ¿Me dijo algo? No. Ni una palabra.
Sólo me dejaba en paz cuando escuchaba el noticiero por la radio o la transmisión en vivo de los conciertos del Colón. Inevitablemente yo también me actualizaba. Se me ocurrió entonces hacer notas sobre los acontecimientos políticos, aunque no debo subestimar la capacidad que desarrollé para realizar críticas musicales. Una genialidad. ¿Qué hizo él? Mandó mis notas a los diarios y le llovieron ofertas de todos los medios. Hasta del New York Times le ofrecieron un puesto. Y la televisión de  Montreal lo tentó con un proyecto cultural entre países.
Durante tres años se apropió de  todos y cada uno de mis pensamientos, que fueron muchos. Cuatro novelas, mil doscientos artículos, treinta y dos ensayos. Ya perdí la cuenta. Mi padecimiento ante su ingratitud se me hizo intolerable. Por eso hoy después que me torturó con su pluma dispuesto a plagiar (como era su costumbre) el principio de mi nueva novela, es que decidí hablar. -- Le grité  ¡Basta! ¡Cretino! ¡Canalla!  ¡Mal parido!
El, con la pluma en la mano, me vio a mí, al tintero. Se quedó con la boca abierta, quiso hablar y no pudo. Su cabeza se desplomó sobre la primera frase escrita.

Al día siguiente, la policía lo encontró en la misma posición en que yo lo había dejado. Uno de los oficiales movió el cuerpo y vio mis partes secas en su frente. Puedo suponer, que antes de meterlo en el cajón, intentarán borrarme de su rostro.  Mejor, así no quedo pegado a él. Además, soy muy joven para que me entierren. Otro de los oficiales dijo sorprendido --¡Qué raro este tipo! ¿Por qué no usaba máquina de escribir?—

Claro, yo no quería responderle, tampoco me convenía decirle que no pude seguir soportando tanta desconsideración. A ver si todavía, en una de esas, termino entre rejas o lo que es peor, en el escritorio del comisario. ¡Dios no quiera ese destino para mí! 


PERFUME CHARLIE Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

Perfume CharlIE
De Patricia Hart
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"Pefume Charlie" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Nerociencias

Se perfuma detrás de las orejas, en las muñecas, cuidando la pulcritud de la camisa del uniforme, cierra el frasco de perfume y lo guarda en el cajón de su escritorio. Alisa la falda recta y se acomoda la chaqueta militar entallada. Guarda prolijamente las hojas tamaño oficio con el interrogatorio, en el maletín del  instrumental. Lo cierra y sale de su oficina. Cruza la sala central y se interna  por los pasillos. Llega a la puerta que comunica con el subsuelo, donde están los prisioneros.  Golpea tres veces. El guardia de turno le abre del otro lado y la saluda:
-Buen día, Teniente Campanita-.
            -Buen día, ¿”sonó” alguien hoy?-, pregunta ella.
El responde: -Y, usted sabe, acá siempre “suena” alguien-.
Ríen.
Ella avanza y el guardia la sigue. Deben inclinar un poco las cabezas para no tocar el techo. Pasan una, dos, tres puertas. Se detienen en la número cuatro. La puerta tiene un pequeño rectángulo de vidrio a la altura de sus costillas. Ella se agacha aún más y mira hacia el interior con dificultad. Está oscuro. El guardia retira el cerrojo externo y ella ingresa.
–Ya le doy luz, Campanita-, dice él.
-Nos vemos-,  saluda ella. La lámpara del techo se prende. El guardia cierra la puerta. Pone el cerrojo y se va.
 Ella deja el maletín sobre una mesa, al lado de la radio. Mira al hombre desnudo que respira con dificultad. Está amarrado de pies y manos a un elástico de acero. Una cadena a la altura de la cintura lo ciñe contra el elástico.
Abre el maletín. Va retirando el instrumental y lo acomoda en la mesa. El roce de los instrumentos genera un ruido metálico. El hombre se mueve. Una tremenda infección le impide abrir los ojos. Suspira.
–Ah, Campanita, Campanita, ya la estaba extrañando-.
La mujer se tensa, camina alrededor del camastro indecisa.
El hombre, mientras ríe suavemente le susurra: – Usted usa Charlie, ese aroma es inconfundible-. 
Campanita aprieta las mandíbulas. Se detiene abruptamente y comienza a frotarse las manos contra los muslos. Mira al hombre. Mira los papeles, los instrumentos. Se dirige rápido a la mesa. Apoya sus puños sobre el borde. Se queda unos instantes mirando hacia abajo. Luego enciende la radio. Suena el Himno a la Alegría. El hombre vuelve a reír.
–Esto es el sumun, usted, Charlie y Beethoven. Qué placer para mis sentidos. No puedo pedir más, dice el hombre
La mujer, se endereza, mira los papeles y pasa las hojas con rapidez, hasta que los transforma en un bollo y los arroja al piso.
–No se ponga nerviosa Campanita. Con Beethoven puedo hablarle al oído-.
La mujer revuelve sus instrumentos. No se detiene en ninguno en particular. Otros se caen al suelo. Cambia el dial, sube el volumen al máximo. La voz del locutor transmite el informe meteorológico.
-“Una ola de aire frío avanza sobre la costa atlántica”-.
-¿No tiene nada para preguntarme hoy?-, le dice el hombre. -Debe ser un espléndido día de sol y usted aquí conmigo. Usted también me extrañaba-.
Campanita recoge sus instrumentos, no los suelta, los mantiene apretados en sus manos. Su cuerpo está rígido. Sólo sus ojos se mueven con inquietud. Mira al hombre, al camastro, al techo, a la puerta,  a los papeles, a sus manos. De pronto descubre un trozo de alambre en el suelo. Se queda mirándolo. Con violencia arroja el instrumental contra la mesa. Recoge el alambre.
–“Para los próximos días las provincias de Buenos Aires, La Pampa y la zona Mesopotámica tendrán una temperatura mínima de quince grados. Aunque en horas del mediodía llegaremos a los 28 grados…”
- Usted no puede separarse de mí-, agrega el hombre.
La mujer arma una horquilla con el alambre. Se acerca al hombre y suavemente le rodea los testículos con ella.
-Usted Campanita está caliente. Yo sabía. No lo quiere reconocer. En otra circunstancia me rogaría que la toque. Usted lo sabe-.
Campanita aprieta el alambre.
-¡Siiiii! –, grita el hombre. Luego se desvanece.
La mujer respira con agitación. Tiene el rostro arrebatado. No se separa del camastro, no camina, está ahí, mirando al hombre. Afloja la tensión del alambre.
-“Para el fin de semana tendremos máximas de 32 grados en todo el país. Se calcula que doce mil turistas arribarán a Mar del Plata durante el viernes y el sábado…”-.
El hombre vuelve en sí. Con la voz entrecortada dice:
 –Tengo un secreto para usted-.
Campanita se inclina para escucharlo mejor. El aliento del hombre roza su mejilla.
-La engañé. Ese perfume, Charlie, es vulgar. Es una verdadera porquería-.
La mujer inspira profundamente por la boca y retiene el aire.  La mandíbula inferior se le crispa. Mantiene inmóvil la inclinación hasta que exhala el aire sobre el rostro del hombre.
-Si-. Repite él. –Una verdadera porquería-.
Campanita endereza su torso. Con decisión aprieta nuevamente el alambre. El hombre vuelve a desvanecerse.
-“En el Municipio de la Costa la construcción ha crecido en un porcentaje…”-.
La mujer apaga la radio, arroja con urgencia sus instrumentos en el maletín y lo cierra enérgicamente. Toma el maletín. Respira con la nariz dilatada. Las palpitaciones le desencajan el rostro. Se acomoda la chaquetilla. Golpea tres veces la puerta.
Le abre el mismo guardia que la acompañó al principio. Los dos llegan hasta la entrada del subsuelo. Él la despide. –Hasta mañana Teniente Campanita -

Antes de perderse por los pasillos, ella agrega: –Al de la puerta cuatro,  me lo hacen sonar-.

"EL PRUSIANO" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

EL PRUSIANO
Cuento breve de Patricia Hart
Todos los Derechos Reservados    

 
"El Prusiano" Cuento breve de Patricia Hart"
Ulrico Brüning era experto en salto y convincente para encauzar corceles mañosos. Eximio jinete, gozaba de un físico privilegiado. Había sido combatiente de caballería durante el largo conflicto que enfrentó a los prusianos con Napoleón. Fue condecorado por el Rey Federico Guillermo III con la Cruz de Hierro de Segunda Clase, en reconocimiento a su bravura en los campos de batalla. El monarca también lo nombró Margrave de  Würtemburg, título de los jefes de las regiones fronterizas. Contaba apenas con diez y siete años cuando le fue otorgado ese título. Los nobles, aristócratas y militares de la sociedad prusiana comenzaron a invitarlo a las recepciones que organizaban en las residencias palaciegas. En ellas, a pesar de su juventud, sobresalía por su amplia preparación intelectual.
Los oficiales de alto rango se acercaban a él, con cautela, interesados en sus ideas de modernización del ejército. Comprendían, en silencio, que estas transformaciones podrían convertir a las fuerzas militares prusianas en una potencia capaz de frenar al entonces imparable ejército napoleónico. Los nobles lo miraban condescendientes. Los aristócratas civiles más viejos reconocían en el joven fuerzas ya perdidas. Y todas las mujeres, sin excepción, fuera cual fuese su jerarquía, edad o posición en la nobleza, quedaban cautivadas al escucharlo y mal disimulaban su excitación mientras lo imaginaban potente y generoso en los juegos de alcoba. Todo esto aumentó su prestigio. Los hombres lo envidiaban, más que por la condecoración y el título, por la admiración que despertaba en el sexo femenino.
La Condesa de L. esposa del General V. W., en el afán de recibir sus favores, consiguió mediante ardides, establecer una íntima relación con Ulrico, que duró varios encuentros. Aunque le doblaba la edad, la mujer no le daba respiro al joven. Las otras damas de la corte, no tardaron en saber de la existencia de estas citas. Cada una rumiaba en secreto la insufrible condición de pertenecer al grupo de las “no elegidas” por el joven para compartir su cama. La imposibilidad  de soportar tal indiferencia las llevó a elaborar, en complicidad, una estrategia para eliminar a la audaz oponente. Guiadas por la envidia pusieron en marcha un plan que contemplaba poner en conocimiento del general, los encuentros de su esposa con el joven Brüning.
Para ello se valieron de un mensajero, que de manera anónima y con los bolsillos hinchados de recompensa, llevó a cabo la encomienda. Una vez que las mujeres se aseguraron  el éxito del primer paso, se dedicaron a entretejer la espera de los acontecimientos.

Un día, el general sorprendió a su esposa y al joven Ulrico mientras estaban enredados en una erótica lucha, con más sudor que en un campo de batalla. De pie, en el marco de la puerta, vestido con su uniforme y con la inmovilidad del que está conteniendo la furia del deshonor y  la humillación, dejó que su silueta se proyectara en las sábanas. Los amantes, cubiertos por la sombra, sintieron frío. 
La esposa vio al general que avanzaba hacia ella con el sable en alto.
Ulrico reconoció en el rostro de la mujer la perplejidad de una amenaza y de un salto alcanzó su sable.

El general también alcanzó a ver al joven con el sable en alto. Y después no vio nada más. No podía ver. Ulrico le había partido la cabeza de un sablazo.

martes, 17 de mayo de 2016

"EMOCIONES SUSPENDIDAS" Espectáculo Teatral / Grupo "Las Noches y los Cuentos" Dirección: Patricia Hart

ENSAYO DE "EMOCIONES SUSPENDIDAS" 

"Emociones suspendidas" espectáculo teatral dirigido por Patricia Hart. Elenco: Dora Sajevicas, Isabel Pisano, Enrique Dimasi y Paulo San Martín, del grupo "Las noches y los Cuentos"
Ensayo de “Emociones suspendidas”, espectáculo teatral de próximo estreno.
Elenco: Grupo “Las Noches y los Cuentos”, Dora Sajevicas, Isabel Pisano, Enrique Dimasi y Paulo San Martín. Dirección: Patricia Hart
Espectáculo inspirado en textos de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Sam Shepard, Jesús Lizano, Patricia Hart y Mónica Rosati.
En la imagen, Enrique Dimasi, en el cuento “El otro” de Jorge Luis Borges.

Fragmento: “…Sentí de golpe la impresión, que según los psicólogos corresponden a los estados de fatiga, de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado…”

El Grupo “Las Noches y los Cuentos” fue propuesto en la terna de los Premios Martín Fierro 2015 como Mejor Programa Cultural en Radio. Veinte años de trabajo consecutivo.
Fotografía y Composición de Imagen: Patricia Hart

Todos los Derechos Reservados.

lunes, 16 de mayo de 2016

MALETAS CALIENTES Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

MALETAS CALIENTES Cuento brevísimo de Patricia Hart
Teatro y Neurociencias


MALETAS CALIENTES Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“Los pocos” habían vencido, aniquilado a los “muchos” del mundo y reinaban en un planeta silencioso y desértico.
Ávidos de alguna palabra amable, de algún recuerdo de otros que los saque de su aletargado y metálico confort esperan con ansiedad la apertura de las maletas que transportan, cuidadosamente embalados,  cerebros palpitantes con todas las emociones.
Hacía muchos años que el uso de computadoras había caído en desuso, lo mismo que el dinero.
“Los pocos”, ahora son “los poquísimos”. Dos o tres.
Y no entienden el lenguaje de los “cerebros palpitantes”

Teatro y Neurociencias
Textos y Composición de Imagen: Patricia Hart

Todos los Derechos Reservados.

sábado, 14 de mayo de 2016

EL RECREO DE LAS BANALIDADES / Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

EL RECREO DE LAS BANALIDADES
Artículo de Patricia Hart
Teatro y Neurociencias



A veces, y como condimento de la vida, es necesaria una cuota de banalidad. De alguna manera esa porción de intrascendencias, articulan algunas veces y enmarcan en otras,  las cuestiones esenciales y posibilitan un recreo de  “tanto pensar”. Distienden, oxigenan, cambian el “tono muscular del cerebro”, por decirlo de alguna manera. Y también favorece la desdramatización de los asuntos existenciales y habilita el ingreso al humor.
El tratamiento por el absurdo es una perspectiva que surge de este andar ondulatorio de una variable a la otra. Me divierte mucho este planeo. Increíblemente gracias a dios (o a quien quieran, lo uso como expresión instalada y entendida por todos, carente de toda connotación religiosa) estas “distensiones”, este “humor”, este “recreo” continúa planteando las cuestiones que nos ocupan y preocupan de un modo más fácil de entender. Esto se debe al distanciamiento que hace nuestro cerebro de la problemática que nos traspasa y elabora una estrategia desde la risa franca que alivia tensiones y siempre, siempre descubre como corolario, creativas y fructíferas herramientas, instrumentos, medios que permiten y posibilitan adhesión, comprensión y compromiso solidario.

Claro que esto dista mucho de flotar permanentemente en la sinsustancia de las banalidades, considerándolas como esencia de la existencia. De hecho la formación de opinión y de valores que los medios hegemónicos de comunicación, los cuales tienen atrapado el poder económico mundial y el poder de decidir el destino de millones, logran  mantener la tontera como valor fundamental, la captura de cerebros, el cercenamiento del poder de reflexión, el corte del razonamiento, la eliminación de la empatía por el sufrimiento del otro (que es uno mismo, con otra forma), la disminución de las funciones cerebrales.

La banalidad es positiva en tanto se la considere como uno de los fluidos que articulan otras aplicaciones del cerebro y no como un valor fundamental y protagónico. Algo parecido a algunas de las funciones del líquido cefalorraquídeo, que permite la “flotación de nuestro cerebro en el cráneo y nos aligera enormemente de su peso (si no existiera esta flotación  tendríamos el cerebro en los pies por causa de la ley de gravedad) y además envía mensajes a las neurona y las libera de partículas  nocivas o  innecesarias”, según nos explica nuestro genial y querible Diego Golombek con estas y otras palabras.

Entonces, amigos, tratemos de llevar la comparación a  un nivel cómico. Si todo nuestro sistema nervioso  estuviese ocupado por el líquido encefalorraquídeo (la banalidad), perdería una de sus funciones ya que no tendría nada para sostener, porque no existiría el cerebro (la esencia de la existencia y sus significados).

¡Opa, la lá!


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