jueves, 16 de junio de 2016

"TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO" Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias

“TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO”
Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
La realidad vista desde la perspectiva de la articulación CienciaArte

"TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO" Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / La realidad vista desde la perspectiva de la articulación ArteCiencia


¡Y claro! Si en el título ya sugiero un ring de boxeo, inevitablemente, quien lo lee, aunque no sea conciente le aparece en el cerebro una contienda, un enfrentamiento, una lucha entre rivales,  una competencia donde gana el mejor, el más hábil, el más fuerte, el más resistente, el más creativo, el más astuto, el más inteligente, el más talentoso, el más entrenado, el más plástico, en fin, “el más”.
Todo esto ya está inscripto en nuestros cerebros. Sólo bastó un título para que se disparara el chip de todos los mecanismos cerebrales y de la memoria cultural que responde al paradigma que nos fue dado casi genéticamente, (casi),  y que privilegia como valor por antonomasia del ser humano, el ganar la batalla, el salir victorioso, el vencedor, el que tiene poder sobre el otro porque es más.
Tiene sentido en una competencia deportiva, que gracias a dios (o a quien quieran) permite y posibilita hacer “catarsis” de esa condición, tanto en los deportistas, como en quienes los observan (para el cerebro es lo mismo)
Pero el “cuadrilátero” que propongo está en nuestras cabezas. Este cerebro peleador y “cocorito”  (los que tienen años “de más”, disfrutarán  este término) que llevamos adentro de la caja craneal, se las trae.
--¡En esta esquina el campeón de las emociones y los sentimientos!
--¡Y en esta esquina, el campeón del razonamiento abstracto y la reflexión!
Caramba, amigos, parece que el enfrentamiento en nuestro cerebro, en esta noche de boxeo “internacionalinternonocturno”, promete un espectáculo imperdible. Menos mal que lo tenemos adentro nuestro, porque lo podemos visualizar cuando queramos y sin que nadie se entere de su contenido. Bueno no es tan así de que nadie se entera, digo, ya que  si alguien nos está observando, ya sea por el lenguaje corporal o del rostro o el tipo de  mirada que manifestemos, puede considerarlas como  pautas para deducir en qué andamos. Pero eso no es motivo de este artículo.
El cerebro no puede mantener por mucho tiempo estas contiendas de campeones, con la intensidad que exige su desarrollo.  Por alguna razón los rounds son de tan pocos minutos. El desgaste es inconmensurable.
Algunos temas que captura nuestro “acorazonadocerebro” se acomodan perfectamente en la categoría de competencia espectacular de altísimo rendimiento super extracotidiano. Entonce viene la pregunta. ¿Cuánto tiempo un ser humano puede mantener ese estado de exigencia extrema con sus contendientes cerebrales? ¿Acaso, es posible que los managers y los popes y empresarios del boxeo, armen y exijan a los boxeadores, que jueguen por ejemplo, 40 rounds seguidos? ¿Es posible?  Supongamos que si. Supongamos que es posible. Entonces el espectáculo cambia su razón de ser, su móvil, su sentido y  se transforma de catarsis deportiva a placer perverso de los observadores que se complacen al ver el proceso de desintegración de los dos participantes / de deterioro / aniquilamiento / extinción / muerte / hasta que ambos tiren la toalla en el cuadrilátero / mientras se retiran embolsando los dineros apostados, a sabiendas que otros dos están esperando para reemplazarlos.
¿De qué estamos hablando? ¿Cuál sería la concepción y el objetivo profundo que persigue quien planifica tan drástico espectáculo?  Y volviendo al cuadrilátero del cerebro, ¿también colapsan nuestros campeones? ¿Tal vez sea una metáfora?
Tengo para mí, las asociaciones y posibles respuestas que se me han ocurrido. Pero no las transcribo porque no superararán nunca las vuestras. Me asumo limitada y confieso el temor que me produce aventurar restringidas opciones.

Ah, me olvidaba decirles que me encanta ver  box, cuando los deportistas lo transforman en una “luchaarte” / cuando hacen un despliegue de exactitud de observación en millonésimas de segundo / y en millonésimas de segundo reaccionan en ataque o en defensa / cuando el árbitro cuida a los jugadores / cuando los entrenadores los estimulan o apaciguan / cuando ellos disfrutan con pasión sus cualidades / cuando se abrazan al final / cuando se reconocen / cuando comparten y construyen entre los dos y el público el acontecimiento deportivo / cuando son aplaudidos por los espectadores y entonces, felices y satisfechos de haber dado lo mejor que cada uno podía, se retiran del cuadrilátero para descansar y entrenarse con pasión para un próximo encuentro. Y otro encuentro y otro encuentro y otro más, por siempre.


Abrazos para todos. Patricia Hart

















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