“TIRAR LA TOALLA EN
EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO”
Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias
La realidad vista desde la perspectiva de la articulación
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"TIRAR LA TOALLA EN EL CUADRILÁTERO DEL PENSAMIENTO" Artículo de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias / La realidad vista desde la perspectiva de la articulación ArteCiencia |
¡Y claro! Si en el título ya sugiero un ring de boxeo,
inevitablemente, quien lo lee, aunque no sea conciente le aparece en el cerebro
una contienda, un enfrentamiento, una lucha entre rivales, una competencia donde gana el mejor, el más
hábil, el más fuerte, el más resistente, el más creativo, el más astuto, el más
inteligente, el más talentoso, el más entrenado, el más plástico, en fin, “el
más”.
Todo esto ya está inscripto en nuestros cerebros. Sólo bastó
un título para que se disparara el chip de todos los mecanismos cerebrales y de
la memoria cultural que responde al paradigma que nos fue dado casi
genéticamente, (casi), y que privilegia
como valor por antonomasia del ser humano, el ganar la batalla, el salir
victorioso, el vencedor, el que tiene poder sobre el otro porque es más.
Tiene sentido en una competencia deportiva, que gracias a
dios (o a quien quieran) permite y posibilita hacer “catarsis” de esa
condición, tanto en los deportistas, como en quienes los observan (para el
cerebro es lo mismo)
Pero el “cuadrilátero” que propongo está en nuestras
cabezas. Este cerebro peleador y “cocorito”
(los que tienen años “de más”, disfrutarán este término) que llevamos adentro de la caja
craneal, se las trae.
--¡En esta esquina el campeón de las emociones y los
sentimientos!
--¡Y en esta esquina, el campeón del razonamiento abstracto
y la reflexión!
Caramba, amigos, parece que el enfrentamiento en nuestro
cerebro, en esta noche de boxeo “internacionalinternonocturno”,
promete un espectáculo imperdible. Menos mal que lo tenemos adentro nuestro,
porque lo podemos visualizar cuando queramos y sin que nadie se entere de su
contenido. Bueno no es tan así de que nadie se entera, digo, ya que si alguien nos está observando, ya sea por el
lenguaje corporal o del rostro o el tipo de
mirada que manifestemos, puede considerarlas como pautas para deducir en qué andamos. Pero eso
no es motivo de este artículo.
El cerebro no puede mantener por mucho tiempo estas
contiendas de campeones, con la intensidad que exige su desarrollo. Por alguna razón los rounds son de tan pocos
minutos. El desgaste es inconmensurable.
Algunos temas que captura nuestro “acorazonadocerebro” se acomodan perfectamente en la categoría de
competencia espectacular de altísimo rendimiento super extracotidiano. Entonce
viene la pregunta. ¿Cuánto tiempo un ser humano puede mantener ese estado de
exigencia extrema con sus contendientes cerebrales? ¿Acaso, es posible que los
managers y los popes y empresarios del boxeo, armen y exijan a los boxeadores,
que jueguen por ejemplo, 40 rounds seguidos? ¿Es posible? Supongamos que si. Supongamos que es posible.
Entonces el espectáculo cambia su razón de ser, su móvil, su sentido y se transforma de catarsis deportiva a placer
perverso de los observadores que se complacen al ver el proceso de desintegración
de los dos participantes / de deterioro / aniquilamiento / extinción / muerte /
hasta que ambos tiren la toalla en el cuadrilátero / mientras se retiran
embolsando los dineros apostados, a sabiendas que otros dos están esperando
para reemplazarlos.
¿De qué estamos hablando? ¿Cuál sería la concepción y el objetivo
profundo que persigue quien planifica tan drástico espectáculo? Y volviendo al cuadrilátero del cerebro, ¿también
colapsan nuestros campeones? ¿Tal vez sea una metáfora?
Tengo para mí, las asociaciones y posibles respuestas que se
me han ocurrido. Pero no las transcribo porque no superararán nunca las
vuestras. Me asumo limitada y confieso el temor que me produce aventurar
restringidas opciones.
Ah, me olvidaba decirles que me encanta ver box, cuando los deportistas lo transforman en
una “luchaarte” / cuando hacen un
despliegue de exactitud de observación en millonésimas de segundo / y en
millonésimas de segundo reaccionan en ataque o en defensa / cuando el árbitro
cuida a los jugadores / cuando los entrenadores los estimulan o apaciguan / cuando
ellos disfrutan con pasión sus cualidades / cuando se abrazan al final / cuando
se reconocen / cuando comparten y construyen entre los dos y el público el
acontecimiento deportivo / cuando son aplaudidos por los espectadores y entonces,
felices y satisfechos de haber dado lo mejor que cada uno podía, se retiran del
cuadrilátero para descansar y entrenarse con pasión para un próximo encuentro.
Y otro encuentro y otro encuentro y otro más, por siempre.
Abrazos para todos. Patricia Hart
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