“AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES” Cuento
breve de Patricia Hart
Apuró el paso. Los senderos del Arroyo
Maldonado, generosos en anchura y arboleda refrescaban el mediodía.
Sorteó un pequeño mojón de
cemento, que los antiguos arquitectos diseñadores habían dejado adrede como
señal de otras épocas.
Los vecinos lo destinaban para
infinidad de funciones, las cuales eran impredecibles y dependían de muy
variados factores. Guardaba un estrecho significado con las pircas de las
culturas precolombinas.
Claro, recordó, todo se dio
vuelta. Había leído que por el 2020, tres siglos antes, todo se había
revertido. La ciudad dejó de expandirse con sus tuberías, sus hierros, sus
asfaltos y sus edificios “tapatodo”, porque en el centro, en el mismísimo
centro de Buenos Aires comenzó a surgir el agua, a borbotones, imparable,
libre, serpenteante.
"AÑO 2320 / OCTUBRE / BUENOS AIRES" Cuento breve de Patricia Hart / Teatro y Neurociencias |
Era tal el caudal y su fuerza que
no existió ningún sistema que pudiera contenerla y dicen que alguien pronunció
esta frase, - ¿por qué no la dejan que
vaya a donde quiera?
Quizá el agotamiento que todos
padecían al haber concentrando sus
energías en hacerle “la contra al agua”, les permitió escuchar la propuesta que
se destacó nítida sobre el frenesí obsesivo y en algún lugar de sus cerebros
les resonó como posible.
Y dejaron de luchar contra ella. Y
esperaron. Algunos esperaron desesperanzados, angustiados por lo que perdían, y
murieron así, angustiados. Otros esperaron esperanzados por lo nuevo y
contagiaron sus ilusiones a sus descendientes y murieron así, ilusionados. Otros
se dedicaron a observar los cambios y fue grande su alegría cuando vieron
brotes y luego arbustos y luego árboles, y pasto que casi se hacía pradera, y
frutos y pájaros, y peces y mandarinos, higueras y flores, y alegrías del hogar
y santa ritas. Y los niños ayudaron a construir los botes y las canoas que iban
desde la Avda. San
Martín hasta la desembocadura en el Río de la Plata , que era plateado, plateado de verdad. Y
los tamaños de las embarcaciones
guardaban una armonía perfecta con las dimensiones del entorno. Y pudieron
recuperar todos los sonidos y todos los aromas.
Y mientras pensaba todo esto,
aminoró su marcha, así, naturalmente. Y saludó a uno, sonrió a otro, rozó con
su mano la de otra, abrazó a ese, besó a aquel, y comentó a varios sus pensamientos y comenzaron a
convocarse, así naturalmente y llegaron los niños con sus “juegoslibros” y las
gentes con sus cestos y sus mates y los músicos y los poetas y los científicos
y los historiadores, e intercambiaron panes y ensaladas y viandas de todo tipo
y poemas y aquel cantó y algunos bailaron y todos aplaudieron.
Y hablaron de las nervaduras de
las hojas y de la Grecia
antigua, y de Leonardo y de Einstein y de la Plaza de Mayo. Y todos preguntaban muchas cuestiones
y hacían silencio y escuchaban y pensaban y sentían y después aventuraban
respuestas de acuerdo a sus saberes. Y era una fiesta aprender en ese octubre,
cerca del mojón de antaño, ese que esta ahí, a orillas del Maldonado.
Teatro y Neurociencias.
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Fotografía: Patricia Hart